Suena a que ya te vas.
¿Escuchas? Son los pasos que aún no das, pero que ya dimos.
¿Lees? Son las palabras de despedida que aún no has escrito.
¿Sientes? Es el beso antes de irte, ese que no me has dado.
Aprende, no te vas, no vas a irte, nunca lo harás no se puede, no puedes, no podemos, te necesitamos.
¿Quién? Nosotros. Tú y yo. Lo que un día fuimos, lo que aún somos, lo que quise ser y estamos siendo.
Puedes correr, pero dejas las huellas. Por eso nunca logras irte del todo, porque se te olvida quitarte los zapatos y aunque lo hicieras, seguirían las huellas de tus pies, anda, quítatelos, quiébrate, quiero verte caer, aquí, en mis brazos, donde deberías estar. Siempre.
Ahí no hace frío, aunque, dentro se siente un aire no tan calido, ya sabes, cuando pronuncias lo queno quiero escuchar, esas palabras, congelan, queman, duelen, pero no dejas de decirlas, y no dejas de hablar, y no te dejo de abrazar, y no te dejo ir, no puedo.
No te irás, ¿ya lo aceptaste? Nunca lo harás. Por ellos, nosotros, el nosotros que formamos, ese tú y yo que se hizo uno, ese cuerpo tuyo que ahora es muy mío, y éste cuerpo mío que siempre, incluso antes de existir, ya era tuyo.
¿Ves? Imposible escapar, aunque huyas, aunque quieras, aunque llores, aunque te llore, aunque nos duela.
Te quedas. Me quedo. Nos quedamos. Se quedan.